domingo, 6 de enero de 2008

Parte3

Quería huir de aquel supermercado, pero había perdido en un instante su punto de referencia para ir a la salida. Miró a su derecha y a su izquierda, allí al frente vio al muñeco verde que corría como ella. Desesperada, sin ni tan siquiera oír a la gente con la que tropezaba y a la que empujaba, corrió por la salida de emergencia, y siguió apurando la marcha hacia su coche. Estaba tan perdida que le costó tiempo encontrarlo. Buscó las llaves, abrió la puerta, lo puso en marcha, y arrancó, pero de nuevo lo vio, allí parado por donde ella había salido. Giró a la derecha y aceleró lo más que pudo, y se metió en la carretera, en el tráfico fluido, que para ella era una bendición en aquellos instantes. ¡Cuántas veces había renegado de los insufribles atascos! Pero ahora, se sentía segura en éste, no sabía por qué, pero sabía que estaba a salvo, a salvo de sus ojos verdes.

Su mente aunque embotada, empezó a recordar todo lo que había pasado junto a él.

Se habían conocido cuando ella tenía 17 años. Blanca no podía estudiar en su casa pues había demasiado ruido, sus hermanos eran pequeños y si se quedaba allí su madre siempre le pedía ayuda. Por eso solía ir a estudiar a una biblioteca cercana. Allí fue donde conoció a Álvaro. Él tenía 20 años, y solía estar en las escaleras de la biblioteca tocando música con sus amigos, era un grupo encantador. Blanca, cuando hacía su descanso de estudio, salía fuera para escucharlos, para relajarse, fumarse un cigarro, y volvía dentro a estudiar. Al principio no se fijó en él, ni en nadie, sólo les escuchaba porque le gustaba la música que tocaban, pero al cabo de los días él empezó a hablar con ella. La primera vez que le dirigió la palabra Álvaro le dijo:

- Hola soy Alvaro, ¿y tú cómo te llamas?
- Yo me llamo Blanca. Perdona que salga siempre a la misma a hora a escucharos, pero es que me gusta mucho vuestra música.

Blanca lo miró a los ojos por primera vez, aunque nunca lo hacía así, tan directamente. Ella se preciaba de ser una persona tímida, pero al ver esos ojos comprendió que tenía que hablar, porque sino se derretía.

- No importa que salgas, al contrario, nos gusta porque así tenemos espectadores -dijo Álvaro-. Además, siempre es bueno que tengamos críticos, y nos digan lo que les gusta o no, y si viene de una chica guapa mucho mejor.

- ¡Oh! Yo no quiero criticaros, al contrario, lo único que pretendo es distraerme un poco de los libros, y con vosotros lo consigo. Bueno, tengo que entrar, se me acaba el tiempo.
- ¿Por qué no te quedas un poco más? Me gustaría saber más de ti.

En aquel momento, a ella el corazón le latía a mil, no sabía qué decir, quería quedarse, pero por otro lado tenía que salir corriendo.

- Lo siento tengo que volver a entrar ahí dentro, mañana tengo un examen. Adiós.
- ¿Volverás mañana? Me gustaría verte.
- A lo mejor, dijo Blanca.

Ana Nobel

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