domingo, 6 de enero de 2008

Intenatamos hacer una novela interactiva... y esto fue lo que salio

Lee, imagina, escribe ...
Novela interactiva


Esta es una oportunidad para el escritor que hay en tí. Se trata de que continúes la novela que inauguramos en estas páginas. Desarrolla tu imaginación. Lee, escribe (no más de 30 líneas) y otro la continuará. Todavía no tiene titulo.

Y a partir de aquí colgamos todo lo que nos llego, si quieres continuar mándanos tu escrito a:

palabro(no spam)loquesomos.org

Un blog de:

Parte 54


… En ese momento Charo solo pensaba en las cosas que pasaban y se daba cuenta que Alonso no merecía ni una lagrima de ella, sin embargo su corazón le decía que en aquel hombre había algo bueno y a pesar de la imagen fuerte y sin escrúpulos que demostraba Alonso, estaba el corazón de una excelente persona que fue la que la enamoro y con la cual Charo sueña todas las noches y recuerda los momentos que vivió con el y aquellas palabras que la hacían suspirar que tal eran mentira pero que la hacían sentir quería y le daban a su vida un motivo para ser feliz.

Charo en su desilusión no sabe qua hacer, por que su cabeza sabe que el no debe de ser motivo de su llanto, pero su corazón lo ama y no sabe a quien hacerle caso, por que ella se encuentra sola, no tiene ya un motivo para hacer las cosas, le falta esa sonrisa, esa ilusión ese brillo en sus ojos que solo el pensar en alonso le daba.

Cada noche mientras Charo intenta dormir todas esas imágenes invaden su mente y en sus sueños anhela estar junto a el y sueña con aquellos besos y esas palabras que llenan su corazón, aun que sabe que al despertar no tendrá nada de eso y tendrá que comenzar su día con fuerzas y con una sonrisa falsa por que no puede demostrar su dolor, y tratar de hacer lo mismo que antes aun que ahora no tiene ninguna motivación para hacerlo.
Entre sueños pasa su vida y llega el amanecer, con un sol bello y el día pinta nuevas esperanzas, solo que ella no las ve, para ella el día ya no es bello, es triste pasar por los lugares donde estuvo con Alonso y darse cuenta que no volverán, aun así ella tiene su vida, pero prefiere dejarla de lado para estar con quien la necesita y no con quien ella necesita, ya que su vida perdió sentido alguno…

Por Berenice, Septiembre de 2007

Parte 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53.

Parte 43

-no te hará daño si no quieres, sólo hago esto por una sola razón: TE AMO y quiero que te cases conmigo. Si estoy haciendo tod esto es sólo porque quiero esta a su lado ¿qué no te das cuenta?

Blanca, con cara de temor, y con lágrimas en sus ojos, le dijo:

-yo no siento nada por ti, no puedo obligar a mi corazón a amar a alguien que no puede ser. Además, si me quisieras, me dejarías libre. Jamás me casaré contigo!

Álvaro la tomó del brazo fuertemente, marcándole moretones, mientras con la otra mano le agarraba la mejilla y la besó.

Blanca no supo qué hacer y con el coraje de su ser le dio una cachetada e intentó bajarse del automóvil.

Al momento de abrir la puerta, Álvaro arrancó a gran velocidad, furioso por lo ocurrido, dejándole a Blanca como única opción cerrar la puerta.

Mientras discutía con Blanca no se dio cuenta de que un trailer de carga venía delante, hacia él. Perdió el control y chocaron. Álvaro no podía salir del carro pues el volante se lo impedía. Esto fue la gran oportunidad de Blanca para escapar. Abrió el carro mientras Álvaro, furioso, le gritaba:

-aunque intentes huir, te encontraré. No sabes cómo llegar a tu hogar!

A Blanca no le importó lo que decía Álvaro, sabia que encontraría una solución. Para llegar a su amado, Blanca corría y corría sin dirección alguna entre arbustos, un lugar tenebroso, hasta ver de nuevo una carretera. Pero, de tanto correr ya no pudo mas y azotó al piso.

Mientras dormía, tenía pesadillas sobre el horrible trauma que sufrió con Álvaro, soñando que él la encontraba y abusaba de ella. Presentía que él no la quería sino que estaba obsesionado con ella.

Al despertar, vio que todo había sido una terrible pesadilla, pero cuál no sería su sorpresa: iba en una camioneta, en un corral con cerdos. En ese momento a Blanca se le vinieron muchas ideas pensó que Álvaro era el que la había subido a ese corral de cerdos. Entonces gritó fuerte. Pero una voz anciana le dijo:

-Pensé que nunca despertarías. Llevas un día durmiendo.

La voz del anciano le decía:

-No tengas miedo, niña. Nada te pasará.

Esto tranquilizó a Blanca. Pero no del todo.

(Liliana H.)

Parte 44

Ella viajó a Europa para poder terminar su proyecto del Satélite europeo. Ahí conoció a un científico muy inteligente que la ayudó a terminar su proyecto.

Esa misma noche que lo conoció, salieron a tomar un café a uno de los sitios mas importantes de Europa.

Jack le propuso que, al día siguiente, se volvieran a ver para que le enseñara los sitios mas hermosos de Europa y ella aceptó.

Al día siguiente se quedaron en ver en el mismo café y así duraron todo el día conociendo París.

Al otro día viajaron a Marruecos y por último a Barcelona, a presenciar un concierto. Así se hicieron los mejores amigos.

Durante una semana salieron y se conocieron tan bien que él se enamoró de ella, pero lo que él no sabía era que ella tenía esposo. Un marido bastante celoso y posesivo. Ella estaba tan encantada con él que se olvidó de contestar las llamadas que su marido le había dejado en la recepción del hotel. Esa misma tarde, al regresar, recibió la llamada de su esposo que estaba enfermo de celos y le exigió que se regresara a México.

Ella tuvo que regresar a México y no pudo despedirse de Jack.

Charo lo extrañaba tanto que no pudo mas y se fue de su casa, tomó el primer vuelo a París y desde allí lo llamó. Jack se emocionó tanto que no tardó nada en llegar al hotel en donde se estaba hospedando Charo.

Cuando se vieron, lo único que se les ocurrió fue darse un tierno beso y élk la invitó a tomar un café.

Fueron al mismo sitio donde se habían conocido. Platicaron de todo lo que había pasado, pero ella recordó as u marido que en ese momento debería estar muerto de celos y del coraje. Ella decidió volver a México a tramitar su divorcio con Alonso ya que estaba segura de que al que en verdad quería era a Jack. Así, al día siguiente, tomó el vuelo a México.

Cuando llegó a su casa habló con su marido y así los dos decidieron que el divorcio sería lo mejor ya que Charo era una mujer muy inteligente y responsable. Tenía un trabajo en el que tenía que viajar mucho a Europa y él era un hombre celoso, posesivo y tenía un trabajo muy inestable. Ella decidió rentar un departamento mientras llegaba el documento del divorcio.

Así pasó un mes y le llegó el documento. Arregló todo para irse a vivir a Europa y, en menos de lo que pensaba, ya estaba allí, viviendo con Jack. Decidieron casarse.

(Claudia Janeth Rosales Gonzalez)

Parte 45

No podía estar tranquila ya que seguía pensando en ese incómodo acontecimiento que vivió con Álvaro, ya que pensaba en que la iba a encontrar y le haría cosas peores a las anteriores. Pero la voz que había escuchado al despertarse, una voz temblorosa y pausada, le decía:

-¿te encuentras bien? Porque mi esposo y yo veníamos de comprar cerdos. Te encontramos a la orilla de la carretera, desmayada.

Mientras Blanca, confundida por lo ocurrido, le respondió

-me siento bien, aunque un poco mareada.

Luego de un rato, llegaron a la pequeña granja del matrimonio. Le ofrecieron a Blanca una habitación para que descansara, se le bajara el dolor de cabeza, y reposara ya que estaba demasiado asustada.

Después de varias horas, Blanca despertó y dio un recorrido por aquella casa de aspecto antiguo con muebles de muchos años, color blanco en el interior, y ese piso clásico de madera. Cerca de donde caminaba estaba una ventan. Se acercó a ella y observó una gran cantidad de animales: cerdos, vacas, ovejas, con una loma en la que se podían apreciar distintos tipos de plantas y flores. Para Blanca ese ambiente le traía mucha calma.

Mientras seguía inspeccionando la casa, encontró al matrimonio de ancianos en una cocina. Asustada por no conocer a esas personas, se acercó lentamente. Se le notaba en la cara esa confusión y miedo al mismo tiempo, pero con voz tierna la anciana le dijo:

-acércate, no tengas miedo, me da gusto que te hayas levantado.

Con mas confianza Blanca les respondió:

-Muchas gracias por su ayuda, no se qué me hubiera pasado si no me hubieran ayudado.

La anciana le dio un te mientras le contaban cómo la habían encontrado ya que ella desde ese desmayo no se acordaba ni de su conversación anterior.

En lo que Blanca tomaba el te les platicó todo lo que se acordaba con muchas pausas, les platicó lo que le había ocurrido con Álvaro y todo sus demás problemas. Cuando de repente su corazón se estremeció. Escuchó el tocar de la puerta. Ese sonido de nudillos en pausados golpes, con esa puerta hecha de madera de roble. Esperando lo peor con el trauma de que fuera Álvaro. En ese momento el esposo de la anciana abrió la puerta y vieron quién era…

(Maraña)

Parte 46

Un policía que iba en busca de Blanca. Al abrir la puerta el policía preguntó:

-disculpe, amable anciana. Estoy en busca de una joven que secuestraron. Me comentaron que la habían visto cerca de la carretera, desmayada, y que ustedes la habían recogido. Es eso cierto?

Entonces la tierna y anciana viejecita, respondió:

-es cierto, ella se encontraba un poco mareada y con algunos raspones y heridas no tan graves. Me comentó que se encontraba con una persona llamada Álvaro y que habían tenido un accidente vial.

Entonces Blanca se dirigió al oficial y lo acompañó hasta la estación de policía.

Mientras tanto, en Madrid, Maite seguía en el departamento de Blanca esperando una llama de alguien que supiera de ella o de su paradero. Y en eso sonó su celular. Ella no sabía si contestar o dejarlo así, porque la verdad, no uería saber ue su amiga Blanca estaba muerta. Pero a la vez quería saber algo sobre ella.

Dejó que su curiosidad le hiciera contestar ese teléfono. Al contestar en us mente había muchas cosas que pasaban. Preguntó:

-con quien desea hablar?

El oficial le contestó:

-es usted Maite?

-Si, soy yo.

-le tengo una gran noticia. Encontramos a su amiga Blanca. Ella se encuentra en Barcelona, en la estación de policía.

En eso Maite, llorando de la emoción, colgó y se dirigió a Barcelona a toda velocidad.

Al llegar a la estación de policía encontró a Blanca dormida. Corriendo la abrazó y le dijo que le daba mucho gusto verla.

Pero en eso se abrieron las puertas y entró Álvaro.

(Manuel Gerardo Toca Aldana)

Parte 47

Charo, invadida por el deseo, se abalanzó sobre Alonso inmediatamente y le plantó un beso. Alonso le correspondió. Charo salto y dijo:

-No!, esto no puede ser! Discúlpame, Alonso, yo estoy casa.

Charo salió corriendo de la oficina. En ese momento abandonó su trabajo.

En el camino a casa, Charo recordaba el lento beso que le había dado a Alonso. se sentía muy culpable porque era ella casada y no quería destruir la relación nada mas por un momento de deseo. Se estremecía del temor de sólo pensar que su esposo descubriera su pequeña infidelidad. Al llegar a su casa, abrió lentamente la puerta y entró. Notó que le ambiente estaba muy silencioso y se dirigió a la recámara principal. Qué demonios está pasando aquí? –gritó, histéricamente Charo.

Su esposo estaba revolcándose en la cama con una tipa desconocida.

-Maldito, qué estás haciendo con esa per…!

-te odio, lárgate de mi casa, lárgate, lárgate! Por qué me hiciste esto, infeliz!

-.Espera, déjame explicarte, mi vida!

-cállate, y vete, maldito, vete! Lárgate! Toma tu ropa y márchate.

Charo no podía creer lo que había presenciado, lo que menos esperaba de su esposo. No paraba de llorar diciendo “Por qué a mí?, cómo pudo hacerme esto? Me quiero morir!”.

Al día siguiente, Charo amaneció tirada a un costado de su cama, sin aliento ni para hacer un solo movimiento. Estaba desolada y ya no quería seguir viviendo. Recordaba cada instante de la desagradable escena de su esposo con otra mujer. Del cajón de su buró sacó unos antidepresivos y con la intención de quitarse la vida, los llevó a su boca lentamente. De pronto tocaron a su puerta.

-Charo, estás ahí? Soy Alonso.

charo había dejado la puerta abierta y Alonso entró a la casa, corrió hacia el cuarto para ver si ahí se encontraba Charo. La vio tirada en el piso y la recogió enseguida diciéndolo:

-qué te pasa, Charo, levántate! Qué tienes en la boca, déjame ver! ¡escupe esas pastillas, escúpelas ya!

Charo escupió las pastillas y se echó a llorar.

-me has salvado la vida! Te lo agradezco!

Alonso la levantó y la colocó sobre la cama .Charo cayó en un sueño profundo en brazos de Alonso.

Tiempo mas tarde Charo despertó y Alonso también. Se miraron directamente a la cara y se sonrieron los dos. Alonso dijo:

-Conmigo estarás bien, siempre estaré aquí.

-Señora! Señora! Señora!, ya he terminado la ruta del camión.

-Oh, Dios! Me he quedado dormida! Discúlpeme señor chofer! Ahora mismo me bajo.

Qué sueño tan raro tuve!.

Charo se dirigió a su casa, sorprendida de lo que había soñado. Por qué soñaría eso?

(Alberto Limón Reyes)

Parte 48

Después Charo regresó a la oficina con la intención de recuperar algunos documentos y tener una excusa mas creíble para darle a Alonso, nerviosa Charo se puso a husmear y sustrajo unos documentos que relacionaban en un crimen a Alonso. los sustrajo y los metió en su bolsillo. Al querer salir de la oficina se dio cuenta de que Alonso la estaba esperando en la puerta. Nerviosa dijo que había regresado por un objeto muy importante que se le había olvidado. Alonso no le dio mucha importancia y la dejo pasar. Charo salió casi corriendo de la oficina.

Mientras tanto, adentro de la oficina Alonso se dio cuenta de que los documentos no estaban en su lugar y, al querer ordenarlos se percató de que faltaban algunos. Se puso a buscar y supo que los que faltaban eran los del crimen cometido por él y otros amigos hacía 10 añós. Furioso pero a la vez nervioso, salió corriente detrás de Charo, con la intención de alcanzarla y quitarle de su poder esos documentos.

Para esto, Charo ya había abordado su automóvil e iba rumbo a su casa. Nerviosa, sacó un cigarrillo y empezó a conducir con dificultad, ya que le iba pasando por la cabeza lo que acababa de descubrir. Pensó que los planes que había hecho para vacaciones se acababan de arruinar ya que había descubierto un secreto en el que estaban vinculados Alonso y su otros compañeros: Louis, Carlota, Javier, Aurora y Carmen. No lo podía creer, estaba sorprendida.

Alonso, temeroso de que lo que sospechaba era verdad, seguía a CHaro hasta su casa. Esta no se daba cuenta ya que su mente iba en blanco. Al ir pensando en cómo sus compañeros fueron capaces de cometer tan grande atrocidad.

Charo llegó a su casa y, temerosa se dio una ducha para tratar de olvidar lo sucedido. Pensó que si se ponía a investigar saldría todo a flote y que los culpables irían a parar a la cárcel. Salió de la ducha y se recostó un rato. Empezó a analizar los documentos que, al parecer, eran lo más espantoso que nunca ella se podría imaginar. Estuvo hasta muy noche analizándolos hasta que se quedó dormida.

Como Alonso no pudo dar con la casa de Charo, se resignó y se fue a su casa. Esperando al día siguiente para poder hablar con Charo y explicarle lo sucedido, y así todo quedaría como si no hubiera pasado nada, Alonso pensó que si no lo lograba, tendría que armar un plan para asesinar y así poderle tapar la boca a Charo.

Al día siguiente, como era de esperarse, Alonso llegó tempranísimo a la oficina y al ver que Charo ya estaba en ella, intentó tocar el tema de los documentos pero Charo no pudo resistir la furia y se abalanzó contra Alonso reclamándole lo atroz que fueron sus compañeros y él al cometer aquél crimen. Alonso forcejeó y, al tratar de apartar a Charo de su cuerpo, la aventó con tal fuerza que ésta se dio un golpe muy fuerte en la cabeza. Al suceder esto, Charo despertó y se dio cuenta de que todo ese enredo sólo era consecuencia de un desmayo que le pasó por darse un fuerte golpe en la cabeza a causa de un tropiezo que se dio por no ver un pequeño escalón que estaba en la entrada de la oficina.

Charo regresó a la realidad después de estar tan exaltada por el sueño tenido, logró ponerse de pie y con calma tomó los documentos que necesitaba.

(Rosalba Chapa)

Parte 49

Charo, que iba en un taxi, extrañamente empezó a recordar a su gran amigo Jaime que toda su infancia había pasado con ella. Desde pequeños se conocían. Se veían cada sábado y jugaban a lo primero que les pasaba por la mente, y así fueron pasando los años e iban creciendo juntos

Ya no era jugar, ahora era escuchar música, pero mientras iban pasando mas años se iban separando un poquito mas. Ya no iba odas las semanas, ahora era verlo de vez en cuando. Hasta que un día perdió por completo el contacto con él.

Un día volvió a verlo pero ya muy cambiado, ojeroso, con la ropa sucia. Parecía que le había pasado algo extraño a su amigo. Corrió a hablar con él y le preguntó:

-Por qué te ves tan mal, que te pasó, qué te hicieron?

Charo decía preocupada pro su estado, pero Jaime no le contestaba, seguía caminando como si nadie le hablara. Pero Charo seguía insistiendo:

-por qué te ves tan mal, qué te pasó, qué te hicieron?

Hasta que Jaime le respondió:

-Bueno, a ti qué te interesa mi vida, nunca te he visto en mi vida así que deja de estar ch*&% y déjame en paz!

-pero es que no te acuerdas de mí? –decía desesperada Charo, casi a punto de llorar. Hasta que Jaime le respondió:

-quieres saber de mi vida, bueno pues, te la voy a contar. Yo era un chico normal, tenía una amiga a la que quería mucho. La estimaba demasiado, pero al pasar el tiempo ese afecto que sentía por ella se fue convirtiendo en amor. Yo toda la vida le di señales que me gustaba pero nunca me hizo caso. Lo tomaba como un juego hasta que un día me decidí a olvidarla por completo y empecé a andar con alguien que conocí en un cafe. Todo iba bien con ella pero no podía dejar de pensar en mi amiga, y mi novia se empezó a volver un poco misteriosa. Hasta que un día, en una fiesta, me ofreció marihuana y a mí se me hizo fácil probarla, y otra vez, hasta que se empezó a convertir en una adicción.

Mi novia me dejó, me corrieron de mi casa y, lo peor de todo, nunca hubo una llamada de esa amiga que siempre creí que estaría a mi lado en las buenas y en las malas, y a la que le echo toda la culpa de cómo estoy ahora, pero gracias a la droga hasta su nombre he olvidado.

En eso, Charo empezó a llorar sintiéndose culpable…

(Edgar Pinales)

Parte 50

Ya cuando Charo se retiraba de la oficina de Alonso, él la llamó, drenado a un lado su pida y la revista que se encontraba leyendo. Charo, de inmediato, dio la media vuelta. Ahí comenzaron a hablar por varias horas. Ya cuando se dieron cuenta, había comenzado a oscurecer. Alonso, de manera caballerosa, la invitó a cenar a un lujoso restaurante de la ciudad. Fueron cada quien a sus casas a tomar un baño y a cambiarse sus ropas, ya cuando llegó la hora de ir a cenar, Alonso llegó a la casa de Charo y salieron rumbo al restaurante.

En el camino, Alonso sacó una rosa y se la dio a Charo. Ella la tomó. En esos momentos no recordó que hacía un buen rato que estaba casas y besó a Alonso. Ya en el restaurante tuvieron una larga charla mientras la cena estaba lista. Después de un buen rato terminaron de cenar y entonces Alonso llevó a Charo su casa. Charo se encontraba sola ya que su esposo había salido del país por cuestiones de negocios. Lo invitó a pasar, tomaron unos tragos de vino.

Alonso quiso retirarse de la casa antes de que las copas se le subieran a la cabeza.

(Omar69)

Parte 51

En las primeras horas de la madrugada del día siguiente, cuando CHaro se despertó, acomodó las blancas sábanas que habían cubierto su aperlada piel después de aquél breve espacio de tinieblas. Primero fue una sensación de no saber de qué se trataba aquello que sus dedos tocaban, pera enseguida dar paso al horror de la certidumbre. ¡Ahora sabía qué era la sustancia viscosa que se embarraba en la palma de sus manos! ¡Sangre! ¡Sangre!. Casi estaba seguro de ello. Un grito se ahogo en su garganta y éste a su vez dio paso a la inmovilidad. La cabeza le daba vueltas. ¿a quién recurrir en esos momentos? Pero no, era necesario estar seguro de ello. Por fin, y después de un rato que se le antojó siglos, pudo separarse de su lecho e ir directamente, y no sin cierta dificultad, a encender la luz. Al hacerlo vio la realidad. Frente a ella estaba el cadáver de Alonso, en medio de un charco de sangre y con un puñal clavado hasta el mando en su hirsuto pecho. Entonces grito y gritó hasta que no supo más de ella.

Una brillante luz proveniente de una lámpara iluminaba su bello pero demacrado rostro. Se encontraba en un lugar donde ella nunca había estado, enfrente de ella había tres hombres de severo aspecto quienes hablaban en voz baja y en un lenguaje incomprensible para ella. ¿o sería que su cerebro no quería reconocerlo? El mas alto de los tres –y que parecía ser el jefe por el timbre y volumen que imprimía a sus palabras, le preguntó:

-cuál es su nombre?

Ella, sin entender aún su situación no atinaba a responder.

-cuál es su nombre, señorita?

Por fin, pero después de algunos segundos, dijo

-me llamo Carlota Bustamente Pineda y no comprendo qué estoy haciendo aquí,

-mire Señorita Carlota –dijo el de mas alto rango- hoy por la mañana y a solicitud de sus vecinos, acudimos a su domicilio donde encontramos el cadáver de un varón de aproximadamente 28 años de edad en su cama. El hombre recibió 6 puñaladas en el pecho. Esa fue una verdadera masacre, y necesitamos que nos explique qué estaba haciendo ese hombre en su departamento, y cuál fue el móvil para que usted lo asesinara de esa brutal manera…

(Ahmed)

Parte 52

Bueno, y se murieron todos, hasta el gato. Luego sale un nuevo personaje llamado Picos que era un pajarito de color verde con el pico parecido a los de los tucanes. Tenía un cuerpo de un perico era un poco curioso. Cuando salió de la cajita de madera de la jaula y fue a darle de comer, la dueña se asustó tanto que lo echó a volar y el pobre pajarito fue a dar a una escuela donde un niño estudiaba. El niño, de nombre Paco, el pajarito, por casualidad, cayó cerca de donde Paco iba a pisar con el zapato y lo iba a pisar. Paco lo agarró y se lo llevó a su casa, llegó con su mamá y se lo enseñó. A su mamá le gustó y le dio permiso a Paco de conservarlo como mascota. Luego Paco bajó al pueblo junto con su mamá y le compraron una jaula de color azul y fueron por el alimento, que era alpiste.

Luego llegaron a la casa donde tenían a Picos y lo echó a la jaula que la había comprado su mama. Luego le puso de comer, Picos estaba hambriento, tanto que se acabó con todo y se quedó dormido.

Luego Paco, al ver que estaba amaneciendo se tenía que levantar para ir a la escuela porque su mamá trabaja en la tortillería y no puede levantar, se fue corriendo a ver a Picos que estaba feliz porque ya tenía una familia que lo iba a cuidar y darle de comer. Luego se fue a la escuela, Picos mientras perdía el tiempo tomando agua, comiendo, durmiendo.

Luego tan rápido se pasó el tiempo que llegó Paco de la escuela corriendo y fue a ver a Picos. Sin tenerle miedo lo agarró y le enseñó a hacer muchas cosas como dar la patita. Tanto que después Picos sabía salirse de la jaula solo. Paco estaba muy emocionado de Picos. Al llegar su mamá del trabajo Paco corrió y le enseñó a su mamá todo lo que le había enseñado Paco y su mamá se sorprendió tanto que lo quisieron mas a Picos.

Paco les platicó a sus amigos de la escuela que tenía un pajarito llamado Picos y todo lo que hacía y que era muy inteligente, sus amigos no le creyeron. Paco los invitó a su casa y se fueron sorprendidos de Paco y su mascota.

Paco, al irse a la escuela temprano, al volver encontró que Picos se había salido y había volado. Paco salió corriendo a buscarlo pero era demasiado tarde. Picos ya tenía nuevo dueño. Paco lloró mucho pero entendió muchas cosas.

(Juan María Valdez O.)

Parte 53

Charo, esperanzada en que fuera Alonso a buscarla para que las cosas se dieran entre ellos. Alonso se portaba muy mal con CHaro. Ella, triste y cansada de buscarlo, se fue a su casa y dejó de salir. No quería hablar con nadie, se deprimió tanto que adelgazó y perdió las ganas de vivir.

A Alonso le decían lo que estaba provocando. Pero él no decía si había sido el de la sombra. Él estaba obsesionado en guardar el secreto, aunque todos pensaban que él había sido ya que de inmediato habría desmentido el rumor.

Alonso fue a visitar a Charo para ver la causa por la cual estaba tan deprimida. Charo al momento de verlo se soltó llorando y lo abrazó diciéndole:

-Sabía que eras tú el que estaba en mis sueños, el que me cuida y me protege.

Alonso seguía sin aclarar nada. Lo único que dijo fue que él iba a estar siempre con ella, que cuando lo quisiera que lo llamara y él vendría de inmediato a verla. Charo se decepcionó mucho y, resignada, le dijo:

-está bien, gracias por tu apoyo.

La amiga de Charo (Andrea) la convenció de salir porque ya era demasiada la depresión. Salieron, y Andrea le presentó a su primo Carlos. A Carlos le pareció muy agradable Charo y empezaron a platicar. Charo le contó todo lo que le había ocurrido ya que Carlos le inspiro confianza. Carlos para animarla, la invitó a cenar y se hicieron muy buenos amigos. Charo le había platicado que la sombra blanca y no la había sentido invisto y recordando a Alonso, se soltó llorando. Carlos la entendió y, lejos de reclamarle la llevó a buscar a Alonso, y al verla con Carlos le pidió de favor que se quedara un rato con él para platicar. Charo aceptó y Alonso le dijo que él no podía contestar la duda que ha tenido desde que se la aparece la sombra blanca, pero lo único que le podía decir es que él siempre iba a estar con ella y le dijo una cos que la dejo muy confundida:

-Cuando no sepas nada de mí, ve con Alfredo (Amigo de Alonso). él te aclarará todas las dudas. Charo, decepcionada, se fue de la casa de Alonso y prometió respetar su decisión.

Así pasaron dos años en los que Charo vivió “tranquila”, aunque con dudas. Entonces era la fecha del cumpleaños de Alonso. Ella lo llamó, pero Alonso no contestó. Lo buscó en su casa y no abrieron. Entonces decidió r a buscar a Alfredo, ya que tenía mucho tiempo sin saber de Alonso. Al llegar a la casa de Alfredo le platicó lo que había pasado aquél día en casa de Alonso y Alfredo le entregó un sobre. Charo lo abrió y leyó una carta que decía:

En estos momentos no sabes nada de mí y lo entiendo. Yo provoqué esto al no decirte la verdad y pues, aunque es tarde, es tiempo para que lo sepas. Nunca te dije por qué a pesar de que estuvimos juntos mucho tiempo, nos queremos pero terminamos sin razón clara, pero ahora te digo el por qué: decidí terminar porque estoy muy enfermo y las veces que viste aquella sombra blanca era yo tratando de protegerte. Yo se que todos ya lo sabían, pero no quería decir el por qué para no hacerte sufrir. Es que yo te quiero mas que a mi vida y para mí lo mas importante es que te sintieras segura y pues si de esa forma lo estabas, yo estaba feliz.

Es esa la razón por la que te dije que no me buscaras y que yo siempre iba a estar contigo y eso es seguro.

Me despido esperando que entiendas mis motivos y que seas muy feliz con Carlos ya que él es una muy buena persona, y él sabía mi gran secreto. Yo hablé con él y él me prometió que te iba a hacer feliz.

Te quiere, Alonso”.

En ese momento Charo, contenta de saber que él era esa sombra, le pregunto desesperada a Alfredo, en dónde estaba Alonso, para ir con él y decirle que a ella no le interesaba que estuviera enfermo.

Alfredo soltó una lágrima y, muy triste le dijo que Alonso había muerto hacía ya tres meses.

Charo, impactada y confundida, no lo podía creer, pero Alfredo le dijo que él no jugaba con ese tipo de cosas. La llevó al cementerio y Charo soltó el llanto sobre la tumba. Pero ella prometió hacer lo que Alonso había dicho en su carta, ya que Alonso le había prometido estar con ella siempre.

Parte 37, 38, 39, 40, 41, 42.

Parte 37

En eso, a Charo le entraron las ganas que ella siempre había tenido. Ella había deseado a Alonso pero siempre lo escondía por el miedo a que su esposo la dejara, y a que al querer intentar algo con Alonso, no funcionara de verdad.

Charo se acercó lentamente adonde estaba sentado Alonso, cerró la puerta de una patada, y trató de seducirlo. Alonso, siendo –si se puede decir inteligente- aceptó esa seducción, y tuvieron un romance de una noche.

Charo llegó a su casa de madrugada, mientras su esposo aguardaba por ella muy preocupado. Charo trató de explicarle que había estado ocupada en unos casos urgentes, pero su esposo no le creyó. Le había llegado un chisme de que Charo se había acostado con Alonso. Él no sabía si creer este gran chisme o creerle a su esposa, pero decidió no creerle a ninguno y se fue de su casa.

Al no tener a dónde ir, llegó a casa de una de las amigas de Charo, Pamela, la cual siempre había estado interesada en conocer a Tomás, el esposo de Charo. Él le platicó lo ocurrido y ella aceptó darle alojamiento mientras se arreglaban las cosas.

Al siguiente día, Charo llegó as u trabajo y en cuanto entró, fue a la oficina de Alonso, pero é no estaba. Le personal le dijote él no había llegado, que muy posiblemente no fuera a trabajar ese día. Charo se sintió desconsolada porque ella tenía que arreglar las cosas con él.

Al terminar el día, Charo decidió ir al apartamento de Alonso, pero cuál fue su fortuna que él no estaba tampoco allí. Solamente había una nota que decía: “No me busques, estoy tan lejos de ti, en lo mas profundo de tu alma, tratando de salir”.

Charo se preocupó mucho. Se fue hacia su casa. Al llegar no había nadie, su esposo no llegaba aun. En eso sonó el teléfono y, como ella no alcanzó a atender, en el contestador una voz dejaba el mensaje: “Si quieres volver a ver a Alonso tendrás que matar a Pamela, pero si matas a Pamela tu esposo sabrá que tú la mataste porque ellos están durmiendo juntos”.

Charo estaba desconsolada. Por una parte ella tenía un caos para resolver y por la otra sabía que su esposo Tomás estaba acostándose con su amiga Pamela.

Ella pensaba ¿cómo era posible que su vida, que estaba mal, se pudiera poner peor?

(Jorge Jacobo)

Parte 38

Charo estaba desconcertada por todo lo que pasaba y Alonso deseaba tenerla entre sus brazos. En sus sueños siempre tenía la imagen de Charo: alta, delgada, con un porte y una personalidad que a cualquier hombre llamaban la atención.

Charo, al igual que Alonso, sólo tenía ojos para él. Ella soñaba con estar a su lado, pero quién iba a pensar que su sueño se haría realidad?

Cuando Charo estaba en su despacho, entró Alonso con una sonrisa de oreja a oreja. Él no sabía cómo invitarla a comer a su casa.

-Hola, Charo. Cómo te encuentras? –dijo Alonso.

-Muy bien, aquí con un poco de hambre –respondió Charo

Alonso pensó que era el momento más indicado para invitarla.

-Jajaja, yo también me muero de hambre. Si gustas vamos a cenar, qué te parece?

-Oh!, encantada, dejame guardas mis cosas.

Cuando iban en camino, Charo imaginaba caer en sus labios rojo cereza. Estaba tan emocionada. Siempre esperó este momento a su lado.

Dentro de la casa de Alonso ella estaba tan sorprendida pues las casa estaba tan limpia… no parecía que ahí viviera un joven soltero. Mas bien parecía de un joven casado. Ella se desconcertó y, ansiosa, la preguntó:

-y vives solo, Alonso?

-Mmmm, por qué la pregunta? –respondió él, muy desconcertado.

-oh, es que está tan bonita y limpia tu casa y tiene un toque femenino, hermoso. Es por eso la pregunta.

-la verdad no vivo solo, aquí también vive mi nana Esmeralda. Ella es la que decora y alza.

Entraron al comedor. Una cena perfecta los esperaba.

A la luz de las velas Alonso le confesó su amor a lo que ella tan emocionada correspondió a su amor.

(Cristy :D)

Parte 39

Alonso seguía cultivando su mente con el arte de la lectura, sin voltear a ver a la mujer que se encontraba presente. Charo, harta de ser siempre una mujer buena, fiel a su marido, a su trabajo, a todo. Golpeó contra el escritorio con enorme fuerza, llamando la atención del distraido caballero.

-que no has escuchado mi pregunta? –murmuró Charo con su mirada penetrante clavada sobre los ojos sorprendidos de Alonso.

-Claro, ya te lo dije, y te lo vuelvo a repetir. El aire acondicionado está bien, no te preocupes sólo déjame solo.

Dicho esto, prendió fuego a su añorada pipa. Entonces Charo suspiró profundamente y, sentándose sobre el escritorio, cruzando la pierna, despertó el deseo lujurioso de aquél hombre indiferente.

-acaso es mi imaginación o la habitación arde de calor?- Charo se acercó a Alonso con intenciones provocativas y, susurándole al oído

-Mira cómo mi piel suave, delicada y deseable grita por una caricia de un hombre que la despierte de su eterno sueño-

Charo estaba seduciéndolo. Era algo de esperar. En un arrebato de locura que en algún momento de toda mujer debe pasar, y que si no satisface su éxtasis de placer, quedará con el deseo por dentro aguardando hasta que sea el momento de salir. Pero ese era el momento de emerger, ya era la hora de liberarse y romper las reglas, era el tiempo de sacar su instinto animal que toda verdadera mujer debe gozar. Sería terrible la idea de quedarse con las ganas de experimentar lo que se siente ser libre y hacer lo que tú quieras, ser por un momento alguien que no eres y disfrutar de lo placentero que es eso.

Alonso la miró fijamente, anonadado y sorprendido por su par de piernas firmas y esculturales. Una gota de sudor emergió de la frente de Alonso posándose sobre el bazo de la atractiva mujer.

-oh, entonces el aire acondicionado sí está descompuesto, porque a empiezas a sudar. Si quieres puedo calmar tu ardiente cuerpo.

Charo se inclinó buscando unos pañuelos bajo el escritorio, mientras le pobre hombre víctima de la lujuria y del poder macabro de la fogosa mujer, suspiraba tratando de calmar sus instintos salvajes

-Charo, es hora de que te retires porque si no… -dijo Alonso con la mirada perdida entre sus pechos.

-porque sino qué, Alonso?¿Acaso serás capaz de rechazar a esta noble dama ue desea calmar su ardiente deseo de placer? –dice Charo hipnotizándolo con el movimiento erótico de sus senos.

Hechizado por el embrujo total de Charo, Alonso comenzó a excitarse, mientras no esperaba la trampa mortal de la mujer. Alonso se levantó de su asiento y se acercó con intenciones de corresponderle, pero para esto Charo tenía un mejor plan… empezó acariciando su bello rostro, y la mujer, fingiendo placer hipócritamente, danzando al son de sus exquisitas caderas, clavó su mirada llena de mentiras sobre su inocente e ingenua víctima.

(Alma Rosa Hernández Gutiérrez)

Parte 40

Charo decidió no hacer caso a la reacción de Alonso. Quedó en silencio un momento y cerró la puerta sin decir nada mas. Alonso ni hizo caso mínimo a la partida ni a la pregunta de Charo.

Mientras se dirigía a su oficina, ella pensaba. Hasta cierto momento sus pensamientos deprimentes sobre su vida monótona se convirtieron en pensamientos desafiantes: “Por qué voy a conformarme con lo que vivo? Voy a soportar otro día idéntico al de hoy?”
Caro, llena de decisión, se convertía de nuevo en una temerosa Charo. Recogió todos los papeles de su oficina, los metió en una caja y la llevó a su carro. Charo puso la caja en el suelo para abrir su carro y, al momento de meter la caja en el asiento trasero se detuvo. Toda aquella voluntad que se había desaparecido volvía. Charo detestaba ser considerada una mujer típica. Ella no quería ser una criminal ni nada por el estilo, pero deseaba ser vista de otra forma, perder su imagen de mujer sumisa. Arrojó la caja en su auto y, de un golpe, cerró la puerta. Entró a toda prisa a las oficinas y abrió velozmente la puerta de la oficina de Alonso.

-quiero que me incluyas en el siguiente caso, uno de las mas importantes! –le dijo a Alonso, en tono reclamante.

Alonso, estupefacto, preguntó sobre su marido, a lo que Charo respondió: Al demonio con eso, quiero tener un caso importante.

Alonso se sonrió y mirá a Charo cuando le dijo

-¿lista para partir a Rusia? –en tono de broma.

Charo, en una postura de orgullo y con mucha seguridad, asintió. Empacó esa misma noche para partir a Rusia.

(Okashi – GCV)

Parte 41

Mientras iba bajando las escaleras dio un sobresalto al encontrase con esa figura masculina tan conocida por ella, claro.

Se trataba de Álvaro. Pero cómo la había seguido hasta aquí? Su corazón dio un vuelco… y se fue alejando poco a poco de modo que no fuera descubierta. Pero era tarde.

Escuchó una voz que la llamaba, y supo perfectamente de quién se trataba. Trató de correr pero sus piernas no le respondieron. Trató de pedir ayuda, pero su cuerpo la engañaba. Se volteó hacia él y lo miró un tanto sarcástica. Tenía que mostrar seguridad, si es que no quería caer una vez mas en su sucias trampas.

Él se acercó poco a poco, admirando la gran belleza de ella. Quiso apretarla contra sí, no tenía idea de cuánto la amaba, y lo que aun mas le dolía era que ese amor no era correspondido… o al menos eso creía. Siguió caminando hacia ella, a tal punto que quedaron a escasos centímetros el uno del otro. Pero hubo una reacción que él no se esperaba. Ella giró y cuando intentó huir, él la tomó de la cara y la besó. Ese beso fue mágico. Recordaron antiguas vivencias que seguían en lo mas profundo de sus seres.

Pero Blanca terminó con ese momento mágico al propinarle una bofetada y decirle:

-qué demonios quieres? Que, acaso quieres seguir jugando conmigo?

Él la miró y quiso darle una explicación, pero ella prosiguió:

-tú sólo me has herido y no sabes cuánto. Pero ahora te toca a ti.

La miró pensativo. Le encantaba que su chica fuera vengativa y mas aun esa cara que ponía cuando estaba enojada. Sacudió su cabeza, no era momento para tonterías como esas. Tenía que darle una respuesta y que fuera rápida.

(Cristina Sáenz Esqueda)

Parte 42

Mientras Charo estaba cerca del despacho de Alonso, notó que dos personas se aproximaban. Eran dos hombres de aspecto un poco extraño. Así que decidió alejarse. Se topó con los dos hombres de rostro pálido que le causaron calosfríos y un poco de miedo, ya que ella nunca había visto a esas personas visitando ese lugar.

Un poco nerviosa decidió ir a prepararse un te que pensó la tranquilizaría. Luego decidió volver a pasar cerca del despacho de Alonso, y vio que ambos hombres se encontraban sentados frente a Alonso. Sin embargo no charlaba con él y era como si ellos no se encontrasen allí ya que Alonso seguía leyendo su revista, muy concentrado.

Charo, muy confundida, decidió investigar qué era lo que pasaba con esos dos hombres ya que cada vez que los veía sentía un miedo inexplicable. Decidió entrar al despacho de Alonso y preguntar si esperaba a alguien. Alonso les respondió que ese día no esperaba a nadie, por eso estaba leyendo.

Charo, muy confundida, se retiró y se dio cuenta de que los dos hombres la veían así que apresuró el paso y se retiró a su casa. Presentía que alguien la seguía, y se sentó un rato en las bancas del parque. Cuando, de repente sintió otra vez los escalofríos, giró la cabeza y vio a los dos hombres. Charo, nerviosa, se armó de valor y les preguntó quiénes eran y de dónde eran. Los hombres le contestaron “Nosotros no somos de aquí, ambos hemos venido porque tú corres peligro en tu trabajo. Estuvimos cerca de Alonso ya que él es el causante de que corras peligro”.

Charo, confundida, pidió una explicación. No entendía cómo ellos sabían eso.

Los dos hombres le confesaron que ellos habían fallecido en un accidente, y que Alonso los había mandado matar porque ellos sabían un secreto muy oscuro de su vida. Charo no podía creer lo que le estaban diciendo y decidió escuchar toda la historia.

(Angel Citlali Rodríguez Hernández)

Parte 34, 35, 36

Parte 34

Después de salir Charo de la habitación, dio al vista atrás y Alonso ya la estaba esperando con un jarrón en la mano. Cuando ella terminó de voltear, Alonso se lo reventó en la cabeza. Esto provocó que Charo cayera desmayada e inconsciente. Al ver esto Alonso se llenó de miedo. Pero eso no le importó y fue motivo para descuartizar a Charo y llevarla a tirara un lugar solitario en el cual él nunca recordaría ese homicidio que había cometido.

Después de todo ese crimen, Alonso tomó en una bolsa negra todas las piezas de su fiel compañera y tomó las llaves de su auto y se introdujo en él.

Ya en la carretera, Alonso iba pensando en lo que había cometido. En el trayecto del lugar solitario Alonso escuchaba una terrible voz que decía: “¿Por qué lo hiciste?”. Él pensó que se trataba del espíritu de su amada Charo y contestó: “Lo hice porque te amaba”. Con esas palabras Alonso soltó el llanto y eso lo hizo perder el equilibrio del automóvil y que por poco le cuesta la vida. Después añadió. “no soportaba ver cómo con otras personas eres feliz y conmigo no, y hoy se que sólo eres para mí y siempre estarás conmigo”. Después de decir esto dio una vuelta al volante y regresó a la casa, y ahí sepultó los pedazos de su amada, justamente en le patio. Ahí cavó un pozo y la enterró, nadie se dio cuenta de nada. El vivía solo y con la preocupación de que la policía nunca se enterara de lo sucedido.

El vecindario ni siquiera escuchó ruido alguno, pero él vivía con la preocupación de lo que la gente le cuestionaría.

El sólo respondería “Mi mujer me fue fiel mucho tiempo y ahora se cansó de mí y se fue de aquí”. Esas, según él, serían las palabras que él pronunciaría cada vez que le preguntaran por su amada a la cual mató en su propia casa…

(Nadia Selene Sánchez de la Cruz)

Parte 35

Mientras todo esto acontecía, en un panorama de frustraciones, Blanca se encontraba secuestrada y en condiciones de duda y desesperación.

Eusebio sólo trataba de imaginar o bien reconocer en aquél sujeto –que, según decían había secuestrado a su dueña-, y, si bien era de imaginar, “El Negro” no tenía nada que ver.

¿Por qué Alonso no investigó la vida de Blanca?

Y como era de esperarse, nadie recordaba a aquél hombre del que huía Blanca al principio. Blanca había sido secuestrada por Álvaro, quien inimaginablemente era parte de la mafia a la que debía el gran éxito obtenido en su carrera y como misión tenía que matar a Blanca.

Álvaro trató de evadir sus sentimientos, pero es imposible. Blanca despertaba grandes emociones y sentimientos en su ser, así que, ocultando su identidad, secuestró a Blanca.

Tras varias semanas sin revelar su identidad, decidió hablar con Blanca y tratar de explicarle la situación.

En eso sonó su celular. Era “El Gato”, quien comandaba la banda, que quería desaparecer a Blanca.

• ¿qué ya tienes el encarguito?

• Ya jefe, usted nada más dígame qué hacer

• No, pues lo mejor es desaparecerla, así nos darán la dirección del proyecto

• Con todo respeto, jefe, no creo que sea la mejor opción –dijo Álvaro- que tal si la mantenemos secuestrada hasta que se asigne una persona para el proyecto?

• Y qué si pierdes tu fortuna? Haz lo que te ordeno o te verás en serios problemas.

• Está bien, jefe. Cambio y fuera.

Álvaro sintió que su mundo se venía abajo. Por un lado tenía fama y fortuna y por otro estaba el amor de su vida.

Pensó en qué podía hacer. Tal vez huir no sería la mejor opción, pero él quería estar con Blanca. Fue por ella al hotel donde estaba y la subió a su carro. Tomó la carretera a México. Era el lugar mas lejano de dónde se encontraba y en donde, seguramente, nadie lo buscaría.

Álvaro ya no quería ver sufrir a su amor, así que decidió revelarle su identidad. Tenía tanto miedo ¿qué pasaría si Blanca no quisiera huir con él o simplemente lo despreciara?

Pero no le importó así que, después de haber transcurrido varios kilómetros, decidió detenerse y hablar con ella. Se detuvo, abrió la puerta del carro. Blanca se estremeció. Álvaro se acercó, la acarició y le dijo…

(Yésica N.)

Parte 36

En ese momento Charo se fue entre sus brazos, quedando Alonso sin palabras. La miró a los ojos y le preguntó:

-por qué haces esto?

Charo, con la mirada feliz, le dijo “es que yo te amo. Desde el primer momento en que te vid no puedo dejar de pensar en ti”.

En ese instante, Alonso llevó sus labios a los de ella, y se dieron un beso muy largo y profundo. Entonces la temperatura empezó a subir. Entrando al despacho, Alonso tiró la pipa y empezó a acariciar a Charo delicadamente, enamorándola mas y él de ella. Todo tornaba a un momento muy especial y mágico, donde el amor y la pasión. Se desbordaba lentamente en los brazos de ellos, donde los labios, rozándose se enamoraban mas… todo fue tan mágico que ellos sólo podían decir te amo. Nunca podrán relatar ese momento tan especial en sus vidas de amantes inocentes que con tan sólo verse a los ojos sintieran esa flecha que algunos dicen arroja Cupido…

Al pasar el tiempo sonó el teléfono y Charo se dio cuenta de que sólo era un sueño. Sueño que no haría realidad si ella no lo buscaba y le confesaba lo que sentí su corazón que, por desgracia, no era correspondido como ella esperaba.

Pero lo que ella no sabía era que él sí estaba enamorado de ella con un gran amor que le daba vergüenza decírselo a la cara. Era un gran secreto de amor y pasión hacia ella.

En ese momento él dijo:

-Charo, puedes venir un momento?

Charo entró al despacho donde el señor estaba fumando su pipa y le preguntó qué se le ofrecía.

Él se levantó del sillón donde estaba sentado y le dijo

-Dime con sinceridad ¿me amas?

Quedó Charo impactada por lo que le había preguntado Alonso. Sin mirarlo a los ojos por la vergüenza que sentía, le dijo “Si, desde el momento en que comencé a trabajar aquí y lo vi, sentí una enorme necesidad de amarlo. Pero yo soy casada no puedo hacerle esto a mi marido. Él me ama con locura y estoy tan confusa por lo que siento que no puedo mas”

-Pues vámonos de aquí donde nuestro amor sólo pueda hacerse realidad.

-no, no puedo. Mi esposo me espera con gran ansiedad, jamás podría hacerle esto.

Ella salió corriendo del despacho donde se confrontó la escena, llorando histéricamente. Se preguntó ¿por qué a mí sólo me pasan estas cosas de amor y pasión?

(Humberto D/Luniita)

Parte 33


Charo le recuerda a Alonso que nunca iba a poder borrar el recuerdo siempre estaba en su mente aunque el tiempo pasaba, ella y Alonso seguían su trascurso pero Charo aun desconfiaba de Alonso no lo podía olvidar tan fácil porque cerraba los ojos y se le venían a su mente cosas.. Sin embargo alonso cada día trato de domastrarle que en su vida ella era única.

Después aparece una mujer de nombre Laura a la cual le había fascinado Alonso y estaba loca por el, pero en ese tiempo Alonso solo tenia ojos para charo.pero con su hermosura y su dulzura Laura enamoro a Alonso pero nunca pensaron en el daño que le iban a ocasionar a Charo y mas porque Charo no podía vivir sin Alonso aunque tuviera malos recuerdos.

Un día Alonso estaba sentado sujetando su pipa en el despacho cuando entra Laura enfurecida a decir que ¿porque? nunca le comento que estaba casado y mas porque ella conocía a Charo y era una buena mujer, que la ayudo en un problema que tuvo hace años con un ex-marido que la golpeaba sin parar y ella tenia miedo de dejarlo porque no podía estar sin el lo necesitaba para todo hasta que se encontró a Charo y ella le hizo comprender que como mujer valía demasiado, la hizo comprender que la vida sigue aunque tu mundo se pare tan solo un segundo piensa en las circunstancias, el no me necesitaba para nada y al contrario yo creía que lo necesitaba pero me di cuenta que no. Mi vida era simple y hermosa con solo verle las cosas buenas aunque hubo un tiempo en el que yo solo quería dormir y estar sola y lastime a personas que me trataron de ayudar, por eso Alonso ¿como pudiste? no entiendo porque trataste de jugar con las dos, pero supongo que tu motivo has de tener ¿el aire no se me va a acabar? como yo imaginaba, supongo que mi vida tiene algún sentido, aunque yo no quisiera estar aquí, creo que algún motivo habrá para estar aquí y espero seguir mi camino. Tu sigue el tuyo, aunque se sequen todos los mares en alguna parte de mi quedara algo tuyo porque fuiste un bonito recuerdo… en ese momento entra Charo al despacho y se queda sorprendida al ver a Laura llorando e histérica y le pregunta a Alonso que es lo que estaba pasando ahí, que le dieran una explicación. Laura la dice: “a ti no te merece Alonso, el no quiere a nadie solo se quiere a el mismo, piensa bien las cosas Charo porque como tu me ayudaste a mi yo tambien te quiero ayudar a ti”. Tu me sacaste de un vaso de agua cuando yo sola me estaba ahogando sin pensar las cosas bellas que tenemos, recuerda el no es tu mundo…

Berenice

… Para acabar pronto, Charo regreso al auto lavado y recogió su convertible. Poco después de salir de trabajar, decidió invitar a Alonso a cenar, ya que su esposo había salido de viaje de trabajo a Europa. Al terminar de cenar con Alonso se disponían a pasar un rato descansando y charlando sobre su trabajo, pero se presento un imprevisto: Carlota, Javier, Aurora y Carmen habían salido de parranda como acostumbraban todos los sábados, de repente se escucha llegar la camioneta de Javier y ellos se percatan que Charo no esta sola, por eso Charo se mortifico por la presencia de Alonso a tal hora de la madrugada, pero pronto ideo que se suponía sobre una presentación de seguridad del despacho, ya que ella era jefa de seguridad y quería dejar en claro, las normas de seguridad…

Gaby&JLTorres

Parte 32


Otro teléfono sonando incansablemente. Con gesto mecánico le dio a la tecla recuperar. El ha salido un momento si desea usted dejar algún encargo yo le atiendo o él le llama más tarde de siempre. Atendió llamadas propias y dejó que sonaran las que no eran para ella. Cinco mesas vacías detrás de finos cristales de película indicadora de pequeñísima responsabilidad superior al administrativo llano. Luis no estaba en el despacho, ni Carlota, ni Javier, ni Aurora, ni Carmen. Habían salido hacía más de media hora. Desayuno intocable, derechos incorporados al contrato de funcionario, que les creó aquel vínculo sacramental irreversible. 20 minutos de desayuno convertidos en 30, 35, 40 … bolsas con anagrama de tienda de deportes ¿Estarán regalando camisetas rebajadas en la cafetería? Charo tenía preparada la planificación de vacaciones, sabía que no sería aceptada y que de nuevo Aurora, portavoz de los explotados que pasaron a los niveles primeros del escalafón de la administración del Estado, aludiría a derechos y deberes. Hacia tiempo que havia dejado de indignarse por las extrañas conversiones matemáticas que alargaban los minutos de ocio conveniados. Podía ponerse la cara de póquer o la larga al plantarse frete a cada uno de los sacrificados subordinados para indicarles tareas que hace rato deberían de haberse terminado. Nadie advertiría ningún signo dirigido a ellos en su rostro y todos aceptarían el trabajo, ya vendrían luego las excusas por no haberlo terminado en el momento indicado.

Charo salió al pasillo para echar una hojeada a los uniformes de los otros despachos, tenía que hacerlo de vez en cuando para saber que estaba en una comisaría de policía y se encargaba del personal civil dedicado a cuestiones burocráticas. Después se dirigió al lavabo y se miró en el espejo. ¿Tenia ella pinta de sabueso? ¿Acaso su imagen reflejaba la funcionaria amorfa que dilucida normativas sin intentar analizarlas? Empalideció, pero supo que lo que veía no era un fantasma, volvió al pasillo y sin ningún papel en la mano que le sirviera de pretexto pasó frente a la puerta siempre abierta del despacho de Alonso, aunque hoy estaba entornada de lo cual dedujo que los “siempres” no existen. Tenía la pipa sobre la mesa y no dejaba de acariciarla. Intentó recordar la forma en que aquellos dedos habían recorrido su cuerpo, pero no pudo porque esto nunca sucedió. A Charo le ha tocado, en esta novela, el papel de mujer casada y hasta el momento fiel, más por costumbre que por convicción. Sólo por cuestión estadística, dicho sea de paso, ya que un repaso a los personajes nos muestra que todos ellos son solteros o divorciados. Nadie con pareja estable, ni siquiera el gato. Pero Charo es sólo un papel secundario entre los secundarios, tal vez por eso se acercó a Alonso y en un intentó de protagonismo entró a preguntarle si le funcionaba bien el aire acondicionado. Justo cómo lo imaginaba, dijo Alonso entre los dientes que sujetaban una pipa apagada. ¿El aire funcionaba justo como lo había imaginado? Extraña reacción para una persona tan cuerda y extraña también la revista que lo absorbía. “Proyecto del Satélite Europeo”

Maissa

Parte 31

Ese viernes llegó a la Plaza.

Había tenido que esperar el tren unos cuarenta minutos porque ese día cumplían horario de días feriados. El tren no iba muy lleno, así que consiguió un asiento del lado de la ventanilla y se puso a mirar.

Pasaban las estaciones: Adrogué, Temperley, Lomas de Zamora, Banfield, Remedios de Escalada, Lanús, Gerli, Avellaneda, Hipólito Yrigoyen… por momentos era el paisaje conocido, poco había cambiado.

Pero en la zona fabril de Avellaneda muy poco quedaba en pie de aquél lugar pujante donde ahora las fábricas languidecían cerradas y los edificios eran sólo arruinados y sucios esqueletos donde antes rugían motores de máquinas que manejaban tantos obreros. ¿Qué plagas habían asolado Argentina?

La “segunda” década infame del menemato había profundizado la aplicación de políticas económicas neoliberales, de las que había dado cuenta el ministro de economía de la dictadura, “el orejón” Martínez de Hoz, con sus promesas de grandes beneficios… sólo para los empresarios. La apertura económica había dado lugar a mayor entrada de productos importados. La industria nacional, primero en declive, luego se fue muriendo. Las empresas de capital nacional pasaron, una a una, a manos de megaempresas transnacionales y, al igual que los servicios públicos, pasaron a servir la codicia del capital foráneo.

Y esas ruinas testimoniaban lo que alguna vez fue, o quiso ser, el país que había quedado sepultado por el imperio de la avaricia externa y el cipayismo interno.

El tren llegó a Constitución, Maite bajó y caminó hacia el subte. El hall central de la terminal de trenes había sido modernizado, ahora las escaleras laterales ya no estaban aunque sí, en su lugar, una escalera central; una oficina de informes enfrentada a las boleterías, y ya no había bares oscuros y sucios que albergaran trampas y decadencias. Pero era la misma composición social de los que deambulaban antes y ahora aunque que se notaba un profundo deterioro social; muchos niños con caritas sucias pidiendo monedas, viejos cargados de bolsas con sus pertenencias buscando dónde pasar la noche, prostitutas, cafishios, laburantes de piel curtida con su bolsito al hombro y su bicicleta, con sus pieles del color de la tierra…

Bajó al subte y el calor y el encierro la sofocaron. Menos mal que el viaje fue corto.

Cuando salió en la boca de la línea A en la punta de vía “Plaza de Mayo”, sobre Hipólito Yrigoyen, ya el tiempo había pasado de presagiar lluvia a una garúa muy molesta. Todavía estaban llegando las columnas, así que dejó pasar a una que venía con las banderas que exigían que no se tapara el Pozo de Banfield, y otra del Partido Socialista.

Marchó detrás de una columna, se mezcló con la gente. Mentalmente iba pensando en la frase de Octavio Paz que una vez el Chamaco le había escrito en la primera página de un libro de Mario Benedetti que le había regalado para un cumpleaños (… cómo se llamaba ? ... sí, Letras de Emergencia):

“ Para que pueda ser he de ser otro,

s alir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia ”.

Siempre le había llegado esa frase como que, de hecho, el negro la ponía en práctica en cuanta oportunidad podía. Era una declaración de humanidad; era una frase de consagración al prójimo.

Así él había vivido, y así había ofrendado su vida.

Maite marchaba, pensaba, recordaba, volvía al pasado en medio de ese presente en la Plaza, se le mezclaban los recuerdos y las caras de entonces con las que había dejado en algún rincón de su memoria y ahora afloraban intensas y le proporcionaban dolor.

Aquellas otras marchas, aquellas otras banderas y otras consignas que se cantaban: “Perón, Evita, la patria socialista…”, “ya van a ver, ya van a ver, el hospital de niños el sheraton hotel…” "¡Se van, se van, y nunca volverán!", "¡Ni votos ni botas, fusiles y pelotas!" "¡Pinochet, Pinochet, buscamo ' una cabeza y pensamos en usted! " "¡Hermano chileno no bajes la bandera, que aquí estamos dispuesto a cruzar la cordillera!". "¡Atención, atención: toda la cordillera va a servir de paredón! " , ¡Peronistas de derecha, peronistas de izquierda, lo que no son peronistas que se vayan a la mierda!, "¡A la lata, al latero, las casas peronistas son fortines montoneros!"… "¡Si Evita/ viviera/ sería montonera!"… que cantaron aquellos compañeros que hoy no estaban.

Por eso se marchaba: por los que habían comenzado a abrir caminos y conciencias, alertando contra un sistema que devoraría todo, y que fueron ellos mismos los primeros en ser devorados; esos que pasaron a esa condición ambigua de desaparecido, que no es afirmar que estén muertos aunque se sepa que no están en ningún lado. Aunque muchos que no se animaron a decirlo por el terror que sembró la dictadura, y habían visto tirar los cuerpos al Río desde los aviones. Mientras que otros tuvieron los cojones para decirlo.

Y se marchaba por esos que hoy, desde una foto, miraban desde sus 18, sus 20 quizá, o sus-los-años-que-fueran y aue alguna noche, o tarde, o mañana, quién sabe, habían sido “chupados” por los grupos de tareas, y que luego de secuestrados fueron a parar a distintos destinos, centros clandestinos de detención, como el Pozo de Banfield, el Vesubio , La Cacha, el Olimpo, el Banco, el Atlético, la ESMA y tantos mas, donde se los torturó hasta lo indecible, donde los torturadores gozaron con el sufrimiento de los esposados y tabicatos detenidos; donde también fueron secuestrados los niños que nacían de las mujeres apresadas, y donde se aplicó la “solución final” al mejor estilo nazi, bajo la mentira del “traslado”.

Tantas escenas volvieron a su mente en un segundo que sacudió la cabeza como queriendo desprenderse de ellas, pero era imposible. Los recuerdos se hallaban instalados y no se iban, y ella sabía que no era agradable, que ese dolor la acompañaría por siempre, pero que era necesario recordar porque la memoria la hacía crecer, la memoria la reconstruía en su identidad que ahora recobraba, como recobraba sus años vividos en el suelo sobre el que ahora marchaba.

Le vino a la memoria ese día en que el Chama le había pedido que participara en la volanteada que se iba a realizar en el tren, donde sólo tendría que estar presente como un pasajero mas, y él (ellos) coparían el coche para volantear y hablar a los pasajeros sobre los objetivos que perseguían para así difundir entre la gente sus ideas. Ella sólo tendría que pararse y hablar en el caso de que algún pasajero se exaltara. Pero no hizo falta, todo salió dentro de la normalidad de un viaje y los volantes fueron entregados a los pasajeros que no opusieron resistencia alguna.

Entonces fue que levantó su vista y vio las caras: ahí estaban Mecha, Triana , Camilo, que se hallaban sujetando la pancarta y mirándola. Habían parado de corear las consignas para mirarla. Mecha fue la primera en correr a abrazarla, después ella se acercó a sus amigos y se produjo un abrazo colectivo que los unió por minutos. No podían soltarse.

Para que pueda ser he de ser otro… y en ese abrazo se reencontró con los otros, por los que tenía plena existencia de nuevo.

Maite regresó de su largo viaje de exilio del cuerpo y de la memoria. Se reencontró con su pasado, lo aceptó, pero no se resignó a lo pasado, a su pasado.

Simón siempre solía repetir que todos tenemos algún “muerto” dentro del ropero que algún día nos reclama –dignamente- su lugar, que alguna vez nos pasa la factura de lo que hicimos -o de lo que NO hicimos-, o nos demanda lo que dejamos pendiente.

Ahora Maite empezaba a poner orden en el suyo.

El reencuentro con sus amigos y la recuperación de su pasado coincidieron en el punto justo. Y esto le recordó que, allá, lejos, aun no había habido noticias de Blanca, y que el último mail recibido de Skorbuto dos días antes decía que no había novedades de su amiga.

En el fondo, sobre el palco, distintos cantantes se sucedían, con temas que hacían alusión a la fecha.

Se acercaba el fin de la tarde, una tarde cada vez mas fresca, y la plaza era un mar de personas que coreaban consignas.

Como estaba lejos del palco, decidió volver para su casa cuando se hicieron las seis (fue por eso que no se enteró sino hasta el día siguiente, de los problemas suscitados entre los organizadores).

Volvía de su largo viaje. Ya no estaba cansada, ahora había recobrado la luz.

Nefertiti

Parte 30

Tampoco supo por qué justo a fines del ' 75 al Rulo se le ocurrió dejar el taller mecánico de su padre y se fue a laburar en mantenimiento con un contratista en la zona de Campana o Zárate, para hacer reparaciones en la Dálmine o en el puente Zárate-Brazo Largo. Lugar poblado de activismo basista si lo había: montos, perros, variantes socialistas, perucas de izquierda y ortodoxos de pura cepa, remedaban en esa zona del Paraná de las Palmas lo que militantemente bajaba desde Villa Constitución con el Pichi, generándole más de un dolor de huevos a la marrón de Papagno.

Sí: tiene que haber sido un error el viaje del Rulo a esos lugares o, por ahí, lo que pasó fue que el olfato querendón le jugó una mala cuando se enganchó con una morocha de esas que no tienen una sola arruga en las rodillas que ayudan a describir unas gambas alucinantes al caminar.

Y aun así: ¿qué carajo tenía que hacer ahí, justo ahí, donde ya decían que chupaban compañeros entregados por empresas, burócratas sindicales o fachos de la Triple A...?.

Nunca dejó de extrañarlo al Rulo. Ni a su carita apendejada manchada de grasa al terminar una jornada en el taller del viejo, ni a sus cimarrones lavados por el agua hervida en el calentador...El Rulo.

Y pensaba cómo entender que se había hecho peronista, que desde que llegó a esos lugares apoyó cada lucha que se presentaba en los obradores, que firmó solicitadas, que piqueteó en porterías de fábrica, que marcó tarjeta cada día de cada turno rotativo, que se juntó con la morocha, que tuvo un pibe, que lo empezó a criar en una casilla de un barrio que -cree- se llamaba Lubo...El Rulo.

Apuró el paso para llegar el taller del viejo del Rulo, sin saber cómo reaccionaría ante él después de tanto tiempo, tantas cosas y tantos agujeros repletos de ausencias.

No pudo decir nada cuando miró al viejo a los ojos.

Y se puso a llorar.

Campanero

Parte 29

Sergio había colgado el teléfono con premura y acercándose a mi palpó un instante el collar que llevaba en el cuello y que ha pesar de mi insistencia desde el día anterior no había logrado llamar su atención, un hombre de aspecto cetrino me lo había colocado cuando salí a hacer mi paseo diario por las terrazas mientras mi amo se preparaba para llevar a Maite al aeropuerto. Mi curiosidad felina fue incapaz de reprimir el impulso de acudir a comprobar que se movía tras la cortina de uno de los apartamentos próximos, tras golpear dos veces el dosel con la pata una manaza me aplastó contra el suelo y colocó este artilugio en mi cuello, con el susto el corazón se me aceleró y en cuanto noté que la presión

cedía corrí por donde había venido con los pelos más tiesos que escarpias.

Entré en el apartamento con tal premura que arrastré una alfombrilla que había junto a la mesa y la dejé echa un higo cerca de la puerta, Sergio y Maite me miraron un momento pero siguieron cuchicheando, por más que achuché con mi cabeza al uno y a la otra no hubo forma de llamar la
atención, sus manos alternativamente recorrían mi lomo de vez en cuando pero no lograba que sus miradas se fijaran en mi cuello, ni siquiera cuando en la despedida Maite me apretó contra su pecho y me beso tras las orejas. Ahora tras colgar el teléfono si que se ha arrodillado junto a mi y levemente he notado que tocaba el basto cuero de la correa, de nuevo a corrido al teléfono y me ha parecido que hablaba con el policía, lacónico y apresurado en escueta conversación que o ha llevado a mi lado con
aspecto preocupado -Tranquilo -me ha dicho, y esto precisamente es lo que me intranquiliza, lo miró y maúllo interrogante, se que me entiende - No pasa nada, tranquilo- yo me acopló contra su pecho y me pongo en sus manos, poco más puedo hacer. No ha pasado mucho tiempo cuando el cua-cua del timbre anuncia la visita, Sergio se levanta sin soltarme y acude a la puerta donde un hombre que apenas logro ver extiende una mano enguantada que porta una jeringuilla, con ella volvemos al sofá, me da la impresión que va destinada a mi yu no me atrevo a escapar de un salto, la verdad es que estoy un poco asustado. Sergio a vuelto a reclamar mi tranquilidad mientras noto que me sujeta con fuerza a la vez que la aguja se clava en mi lomo, algo frío me recorre y se desvanece el entorno, apenas logro ver
la figura que traspasa la puerta, creo que es la misma que traía la jeringuilla, una figura compacta cuya brillante cabeza se inclina sobre mi hasta que dejo de verle. Poco a poco voy recuperando la consciencia lo mismo que la perdí, no logro ver nada pero oigo voces que no reconozco, me parece que sigo en el regazo de Sergio, más por el color verde de sus pantalones que poco a poco se van volviendo más nítidos. Sigo sin poder moverme pero ya reconozco la voz del policía y de Sergio, deben estar
solos, hablan de que el artificiero es uno de los mejores elementos que tiene y cuenta los artefactos tan difíles y extraños que ha tenido que desactivar, mientras hilvano la conversación creo que lo que tenía puesto en el cuello era un mecanismo explosivo que ha logrado quitarme el fulano acorazado. Decidido a reanimarme intento ponerme en pie pero no logro más que emitir un maullido lastimero que corta la conversación de los hombre para que fijen su atención en mi. -¡Eh! siete vidas ¿con quien tienes
cuentas pendientes?

Ha debido pasar el peligro ya que Skorbuto vuelve a su estado habitual de enajenación mientras pellizca mi barbilla. También el policía acaricia mi cabeza. -Hola Sir-Kan, bienvenido al mundo, aunque yo creo que no trataban de llevarse por delante solo un gato. -¿Brindamos? - me dice Skorbuto mientras me incita con la lata de Heineken. Con dificultad me bajo del "pirao" y como un gato borracho avanzo hasta la caja de tierra, cuando alivio me siento mucho más espabilado, de vuelta al comedor oigo la
conversación que sigue. - Lo peor es que no se que es lo que quieren, ni que traman, para que quieren a Blanca si aun la tienen. Estoy bloqueado- decía el policía cogiéndose la cabeza entre las manos. - ¿Y que vas a hacer?

- No lo se, nada se ha movido, no han elegido nuevo responsable del proyecto, nadie ha presionado, nadie se ha movido. Solo conocemos la identidad del secuestrador, ni siquiera sabemos quien ha matado a Álvaro.

Quizá lo razonable sea tirar de ese hilo. En fin, mañana tendré más despejada la cabeza - dijo dejando el vaso de que tenía entre las manos en la mesa, y levantándose a modo de despedida dijo: -Cuidaros.
Cuando se cerró la puerta Sergio me tomó en brazos y me sacó a la terraza, los días se dilataban a medida que avanzaba la incipiente primavera y a pesar de la hora todavía la luz era suficiente para ver el perfil de Madrid que se perdía a lo lejos contra la s crestas de la sierra de Guadarrama. Sergio escrutaba despacio en todas las direcciones mientras acariciaba la zona donde antes había estado el collar. - Tu y yo mañana vamos a dar un paseo por los tejados.

Al entrar de nuevo al apartamento en la pantalla del ordenador encidido pestañeaba una ventanita donde aparecía un sobre, Sergio sin soltarme se sentó ante él y con aquel puntero rutilante logró atinar en el sobrecito que desapareció llenando la pantalla de una lista de nombres cuya última llamada decía: Mayte. Pinchó de nuevo sobre su nombre y apareció una bandera azul y blanca con un sol enmedio donde se podía leer: "24 de marzo, 30 años del golpe militar ¡NUNCA MAS!", debajo unas letras: "¿que
pasó con el collar? respondan urgente por favor.

He abierto este correo, cada vez que pueda lo miraré, puedes escribirme aquí. De vez en cuando te llamaré desde algún locutorio. Un beso.
Mayte.
Hoy era 24 de marzo.
- Hoy nuestros amigos argentinos necesitan aliento para combatir la tristeza, vamos Sir-Kan brindemos por ellos como o si estuvieran aquí al lado. Después escribió:
Todo fue una falsa alarma, Sir-Kan y yo te echamos de menos.
Ten cuidado y acuérdate de nosotros.

El Gato

Parte 28


“Barrio tranquilo de mi ayer,
como un triste atardecer,
a tu esquina vuelvo viejo...
Vuelvo más viejo,
la vida me ha cambiado...
en mi cabeza un poco de plata
me ha dejado.
Yo fui viajero del dolor
y en mi andar de soñador
comprendí mi mal de vida,
y cada beso lo borré con una copa,
en un juego de ilusión
repartí mi corazón.

Vuelvo vencido a la casita de mis viejos,
cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria,
mis veinte abriles me llevaron lejos...
locuras juveniles, la falta de consejo.
Hay en la casa un hondo y cruel silencio huraño,
y al golpear, como un extraño,
me recibe el viejo criado...
Habré cambiado totalmente, que el anciano por la voz
tan sólo me reconoció…”

los espesos y largos minutos que separaron la entrada de Maite a la que hacía ya mucho tiempo había sido su hogar, le dieron tiempo suficiente como para tararear aquél viejo tango de Cadícamo y Cobián que, justamente llevaba el nombre de “la casita de mis viejos”. Porque así se sentía ahora, volviendo al barrio, con algunos años y canas de mas , pero eso sí, lo que no sentía era volver vencida.

Aunque sabía que algo había cambiado en ella. La partida, el exilio forzado, la distancia, el desarraigo primero y la nueva familia con que se vinculó luego en la tierra en que había permanecido estos años, sin dudas la habían modificado mucho.

“Soy la misma pero distinta” pensó, parafraseando la remanida frase que ahora sentía que le pertenecía.

Desde adentro venían los sonidos de una radio o un televisor encendido.

La casa estaba igual, las paredes que blancas alguna vez fueron, ahora se descascaraban cayendo como hojas en otoño. La pequeña puerta de calle de color celeste, desvencijada y vieja, aun se trababa al intentar abrirla.

El jardín estaba algo descuidado, las plantas con flores crecían de manera desordenada, demostrando que las semillas habían germinado conforme fueron cayendo por aquí y allá, y entre medio algunos yuyos, hierbas inútiles. Se notaba que habían regado, tal vez su madre, pensó, porque sus padres solían levantarse temprano.

Recordó a su padre sentado frente a la ventana, la cortina recogida a un lado.

Su columna maltrecha y la afección del oído lo condenaban a un sedentarismo con el que nunca se llevó bien, pero que debió aceptar, mientras la vieja corría para todas partes para atenderlo…

Golpéo a la puerta.

Transcurridos unos minutos apenas se abrió la mirilla de la puerta y alguien observó desde adentro.

Tímidamente la puerta se fue abriendo, como si quien abría no diera crédito a lo que estaba viendo. Se asomó su madre.

El reencuentro fue hondamente emotivo. Había tanto tiempo que recobrar ! Se agolpaban las preguntas, se superponían las frases.

Así pasaron la tarde, entre charla y mate, poniéndose al día de las noticias de “uno y otro lado del charco” como solían decir para referirse al océano que separaba Argentina de España; con sonrisas cada vez que Maite espetaba un “vale”, o se refería al “curro”, o simplemente utilizaba una expresión que a ellos les resultaba desconocida.

-Che, y cuánto tiempo te vas a quedar ? - le preguntó su padre.

- no se todavía, depende… - y Maite se quedó pensando.

- depende de qué ? ¿ venís con poca plata? -

- no viejo, no es eso. Depende… de las ganas que tenga –remató luego de consultar con los recuerdos de aquí y de allá.

Después desempacó, acomodó sus cosas en la habitación donde ya no había libros en los estantes ni cuadros en las paredes. Los libros habían debido ser embalados y estratégicamente enterrados en el fondo de la casa cuando las cosas se pusieron jodidas.

- nunca desenterramos los libros, tal vez ahora que estás en casa… –sugirió su madre. Maite asintió.

- si, “las venas abiertas”, ese me gustaría releerlo –contestó mientras acomodaba el pequeño portarretrato donde los amigos se apretujaron para salir en la foto. Antes de colocarlo en el estante se lo quedó mirando y recordó el momento. Si, fue aquél domingo en que habían tomado por la calle Toledo y desembocaron el Mercado del Rastro donde visitaron la feria callejera. Fue un domingo lleno de risas que terminó en un bodegón donde bebieron un poco de todo y mucho de mas.

No pudo evitar el suspiro, luego dejó la foto y los recuerdos sobre el estante.

Antes de irse a dormir se acercó su madre y le dijo:

-mañana es 24 –

- si, me acordaba-

-¿vas a ir a la marcha?-preguntó

Maite no contestó. Estaba recobrando cosas, poco a poco. Sabía que esa parte de su historia también debería incorporarla. Decidió que iría. Treinta años sobre los 18 que tenía entonces. Si, era cierto, ella era la misma, pero distinta. Y distinta era esta Argentina que la recibía, estas calles que ahora caminaba con pasos inseguros todavía hasta reconocerla y que la reconociera, hasta aceptarla y que la aceptara.

Nefertiti

Parte 27

El inspector Alonso escuchaba con atención la declaración del detenido cuando sonó el teléfono.

Del otro lado de la línea Skorbuto exponía con vehemencia, con ansiedad mal contenida, lo que Maite presurosamente al bajar del avión le había transmitido: ese recuerdo que había vuelto a su mente durante el viaje a Buenos Aires, y donde el gato, sin dudarlo el único que podría destrabar el enigma de la desaparición de Blanca, se le había aparecido en medio del casi sueño, como en una fotografía, tal como había quedado grabado en su mente la última vez que habían estado en el departamento. Fue ahí, en ese recuerdo que volvía a su memoria que se percató que el minino portaba un raro collar que nunca antes había visto.

Mientras Alonso esto escuchaba mordía nerviosamente el extremo de un lápiz.

MAITE
Deja vu. Era como repetir en la vigilia ese sueño acariciado por años, desde que desterrada por las circunstancias, debió volar a Madrid pues, si no lo hacía -dijo el breve llamado telefónico- "sos boleta".
Habían pasado 29 años de aquél día, y sólo cuando se lo permitía, volvía a pasear en su memoria por estas calles que hoy sí pisaba nuevamente (iba tarareando aquel "yo pisaré las calles nuevamente, de lo que fue Santiago, ensangrentada").

Volver a los colores, a los aromas conocidos, a un hablar que ahora resultaba difícil de volver a adquirir pero, como había dicho Facundo Cabral "No soy de aquí, ni soy de allá", y así se sentía.

Ya era mas de medio día y, lentamente, se acercaba a su casa. Nadie la esperaba pues, con el apuro, no había telefoneado. Para mas, hora de almuerzo, por lo tanto, poca gente en las calles de esa ciudad que aun continuaba siendo un pueblo grande. Inconfundibles aromas de frituras, de entremezcladas comidas, salían de las casas.

El verde se imponía en esa época del año en los paraísos y los plátanos de las calles. Esos vetustos árboles que peligrosamente aun se encontraban en pie y que con las fuertes tormentas se convertían, años ha, en descuartizados cuerpos cuyas enormes ramas caían hacia la calle.

Llegaba.

El jacarandá daba un toque celeste-turquesa que atenuaba el verde frondoso imperante.
Pensó en sus viejos, qué iban a decir, cuál sería su sorpresa!
Volvía como se había ido: buscando un refugio y escapando para salvar su vida.
En febrero de 1977, cuando Aroldo -que fue el primero en enterarse de la desaparición del "Chamaco"- comunicó gravemente la noticia, la conmoción fue grande y profundo el dolor. Recordaba aun con congoja el llanto conque recibió la noticia porque aun lo sentía igual. Luego se llevaron a Mirta, allanaron
ilegalmente la casa de los padres del Chama adonde entraron derribando la puerta a patadas y amenazando a todos con sus armas, luego vendaron los ojos de los ambos y simularon un fusilamiento, repitiendo permanentemente la pregunta "¿quién es el jefe"?.

Del Negro nunca mas se supo nada, por mas que se golpearon muchas puertas. De Mirta tampoco.
Fue ahí que debió irse buscando asilo en la casa de otros emigrados argentinos en España.
Y ahora volvía, aunque no con la frente marchita, sino con el corazón latiendo aceleradamente. Estrujaba en sus manos aquél regalo, tan caro a los a los pensamientos que compartía con Blanca: una bandera republicana que su amiga le había regalado y por la cual el abuelo de Blanca había dado la
vida.

Bajó del remís, tomó las maletas y se dirigió a la puerta de calle. Lentamente la abrió mientras miraba con atención los rosales de su madre. Parecía ayer pero era hoy. Golpeó la puerta.

Nefertiti

Parte 26

Como pasa el tiempo amigos, se agotó el otoño sin dejar lluvias y pasaron las navidades sin lograr saciar de felicidad las maltrechas máquinas de consumo en que se han convertido los humanos.

El frío seco ha sustituido a los abetos decorados, y los carteles de rebajas han ocupado en los escaparates el lugar que correspondía hace poco a los destellos de colores, evocadores de infancias que ya apenas logran recuperar el olor de las castañas asadas en fogones callejeros.

Madrid se mueve lento entre el caos producido por las últimas nevadas, que aunque reparadoras atmosféricas, no logran hacer entender a los torpes automovilistas del regalo de pasear despacito los bulevares.

Hace seis meses que Blanca desapareció, y tres ya desde que Maite volvió a Buenos Aires sin dejar dirección ni teléfono por consejo del policía, que debe ser el único que conoce su paradero ya que no estimó oportuno que ni Sergio estuviera al tanto. Con él vivo desde entonces con la incertidumbre que producen los casos inconclusos.

Los últimos días de noviembre parece que el inspector Alonso había descubierto algo, o quizá solo era la necesidad de salir de tan tedioso letargo. Le había llamado la atención un nombre en el marcapáginas de un libro, era un hilo fácil, un hombre de nombre Álvaro surgió al otro lado del "móvil" la primera vez que marcó los dígitos, parece que era un antiguo amor que fortuitamente había reaparecido tras las estanterías de una tienda de consumo que Blanca frecuentaba. Un reencuentro casual que removió algunos rescoldos no apagados y que llevó a los jóvenes a una cita que no tuvo continuidad por la desaparición de la chica de la que Álvaro no era consciente, tan solo pensaba que había optado por el olvido. Algo perfectamente lógico con un solo "pero" profesional ¿Que hacía aquel hombre en una pequeña tienda de comestibles de un barrio en el que nunca antes había estado?. No quiso el policía forzar la máquina de las excusas y admitió por el momento la compra de "pilas" para el MP3 cuando pasaba por la puerta de establecimiento. Quizá fue un error por parte del "sabueso" no seguir presionando en esa primera entrevista, ya que no hubo lugar para una segunda, esa misma noche Álvaro apareció muerto dentro de su coche con dos tiros en la cabeza en el aparcamiento de un hipermercado, los guardias de seguridad descubrieron el coche cuando hacían la ronda para cerrar. Horas después presa del pánico Maite volaba camino de Argentina.

Hoy ha sonado el teléfono y he oído a "Skorbuto" saludar al policía, algo pasa, la escueta conversación presupone el encuentro en breve en este apartamento. No puedo evitar que una sensación de nerviosismo me recorra el lomo hasta la puntita del rabo.

El gato.

Parte 25

Durante las dos últimas semanas no había perdido ni un minuto de vista a Gastón Nenois "El Negro", supuesto secuestrador de Blanca, y Alonso empezaba a ponerse nervioso.

No era buen síntoma no recibir ni una sola noticia de la muchacha, como si los bandidos hubieran dado por finalizado el asunto. El Proyecto del Satélite seguía sin dirección y a pesar de los esfuerzos por intuir quien sería el sustituto nadie parecía tener muy claro como salir de aquella situación de provisionalidad. Un asunto complejo que en el que estaban afectados siete países y comprometidos fondos de diferentes organismos internacionales, por lo que el policía no se atrevía a tirar de ningún hilo con decisión.

El frío no acaba de atenuarse y la cabeza del inspector parecía al borde del agotamiento. Metió la mano en el bolsillo y envolvió la cachimba como tantas veces hacía, la caricia trajo por un momento el recuerdo de su padre auxiliador, "cuando te quedes bloqueado vuelve al principio". Extraña relación perpetua que tantas veces le sacaba la sonrisa en silencio y le nublaba los ojos.

Giró el auto y buscó la dirección del apartamento de la chica donde dejó el ascensor dos plantas más abajo de la suya, los testigos de presencia iban iluminando las zonas invadidas que a paso lento y sagaz mirada intentaban encontrar indicios, nuevos o añejos, pero ninguna evidencia lo delataba.
Antes de meter en la cerradura la llave que conservaba en su llavero caminó completamente el pasillo, oyendo al pasar frente al apartamento de Sergio el maullido del gato que seguramente lo había reconocido.

Una vez dentro repasó metódicamente las pequeñas trampas por si se había producido visita alguna, todo estaba inmaculado, nada daba la sensación de haber cambiado en el orden establecido salvo la delgada película de polvo que empezaba a acumularse sobre las superficies de los muebles.

Entró brevemente en la habitación para volver al salón, de pié en el centro giraba sobre si mismo posando la mirada donde decenas de veces lo había hecho antes, la misma monotonía le devolvían tan familiares objetos. No quiso mover de nuevo los cuadros ni las cortinas, pero si metió las manos en los pliegues del sofá y otra vez ojeó las revistas del revistero, dos científicas, una de actualidad y otra de historia que nada nuevo aportaron. Sobre la esquina del mueble inferior de las vitrinas los tres últimos libros leídos (posiblemente), unos poemas de Mario Benedetti, "Nadie escucha" de Julio Llamazares, y el último éxito veraniego de Carlos Ruiz Zafón "La sombra del viento".

Uno a uno los ojeó como ya lo había hecho en otras ocasiones y cuando estaba a punto de depositarlos otra vez en su sitio algo le llamó la atención, tiró del marcapáginas del libro de Zafón y el garabato a lápiz que apenas se vislumbraba le dio un nombre y un teléfono: "Álvaro 637 454 987", con el libro en la mano fue al teléfono y comprobó que en su memoria había dos llamadas recibidas anteriores a las tres que Sergio había dejado en el contestador.

Como buen sabueso anotó el nombre y el número en la tapa interior de una caja de cerillas del club nocturno "Macao" que guardó en el bolsillo de su gabardina, sonrió acariciando la cachimba y desde la puerta echó un último vistazo para comprobar que todo estaba en su sitio.

El gato.