domingo, 6 de enero de 2008

Parte18

¿Que pasó?, ¿se acabó el mundo?, ¿se les comió la lengua el gato?, ¿o es que prefieren que la historia de la humanidad la cuente un minino?.

Mientras tanto, hasta que aparezcan de nuevo el Sr. Antunez, Mayte, Álvaro o Juan, les contaré algo sobre mi nueva vida.

Tengo un grave problema de identidad, meo en una caja de tierra perfumada que pone "Simba", bebo agua en un cuenco que pone "Isidoro" y durante unos días he visto un trapo por el suelo que decía "odio a esos marditos roedores. Félix", pero yo no me he dado por aludido y he seguido tumbándome en alfombras y sillones sin que parezca que a Skorbuto le importe demasiado.

Al día siguiente de mi llegada, el fulano raro me sometió a conversación más que a interrogatorio, preguntándome como me llamaba, a lo que respondí con un "miau" que intentaba dar un punto de rigurosidad histórica: "Apsunamún". Y mira que se lo dije clarito, pero él llevándose la mano al pecho dijo: "Yo Sergio, tu......".
Me quedé un poco asombrado por su torpeza pero volví a repetir lo mismo pero esta vez más despacio, "Ap-su-na-mún".
Cuatro veces repitió el ritual de golpearse el pecho como un mono, "Yo Tarzán, tu Llein" (como Llein Fonda), por lo cual viendo difícil la comunicación con el primate, cada vez le respondía una cosa: "Sampedro"....."Durruti"......"Gromenagüer"......"Benedicto XVI", ¡¡hostia!! se hizo el silencio divino y pensé que me había entendido, pero tras unos dubitativos segundos sentenció.
- Está bien, entonces Sirkán.
Con lo cual yo, agotado por el esfuerzo baldío, llevándome una pata a un lugar que una era el pecho le espeté: "Yo Sirkán, tu Skorbuto" (en gatuno lógicamente).

Desde entonces lleva empeñado en educarme, me dice:
"Sirkán, sit, sit," y entonces yo de doy la mano, luego medice "Sirkán the hanb" y yo me tumbo panza arriba, ¡Ah!, también me enseña atacar, y a eso le respondo porque como aun no me atrevo a salir me sirve de ejercicio. Corro por el salón y apoyándome en el sofá le salto encima mordiéndole un brazo donde lleva enrollada una servilleta de cuadros verdes. Lo que más me molesta es el ridículo grito con que me llama y que alguna vez el "eco" devuelve por las terrazas ¡¡¡Al ataquerrrr!!!!

Hoy me ha llevado al veterinario, y al pasar por el portal he descubierto dos pasquines con sendos dibujos que me delatan, con un pelaje similar al gato de los Simpsom, pegadas en paredes opuesta rezan bajo mi rostro estas frases: "¿Alguien ha perdido este animal?" (dolorosa), y en la otra: "Este gato no es mío" y debajo de ambos la misma letanía "Sergio Manuel Panero, ático 3, bla, bla, bla..... recompensaré a quien se lo lleve". (Sergio Manuel, casi me dan ganas de llamarlo por su nombre) Además uno de los dibujos ya lo habían mancillando pintándome unas gafas, un bigote y un "bocadillo" donde se leía: ¡¡Viva la República!!.

Obviamente el veterinario del barrio me conocía, no mucho pero me conocía, así que de un cajón sacó un extraño artilugio con el que dijo que leería el código del chip que llevaba insertado en el cuello, gracias a ello Skorbuto se enteró del nombre de Blanca, de su teléfono, de que vivía en otro de los áticos del edificio y que no me llamaba Sirkán sino "Pipo", lo que no pareció afectarle mucho, ya que con un gesto y un susurro dijo buscando mi aprobación: Sirkan..?

Ya de vuelta y tras comprobar que en casa de mi dueña no había nadie, Skorbuto tomó el teléfono y mirando un papel que tenía en la mano marcó un número y espero unos segundo, acostumbrado ya a sus incoherencias le escuché sin sobresalto "Si ha perdido algo que empieza por GA y termina por TO, puede pasar por el ático 3", después colgó.
Esta operación la repitió a lo largo del día dos veces más:
"Señorita Blanca, por favor, su gato se está comiendo los geranios", y la última:
"Señorita Blanca, por favor, si es usted una persona y no la cabra de Heidi, ¡manifiéstese!".

Después de esto me miró y me dijo "Atento Sirkán, me tengo que marchar cuatro días y no tengo donde colocarte, así que presta atención que se que me entiendes. Te voy a dejar cuatro platos de comida y agua repartida por toda la cocina, tu verás como te organizas", entró en la habitación y salió con una bolsa colgada del hombre, "Defiende la casa", me dijo el atolondrado, después cerró la puerta y marchó, creo, a un sitio que llaman "puente" que intuyo que ilusiona mucho a los humanos pero que a nosotros nos joroba bastante. No obstante, si usted va a ese sitio en fechas próximas, ponga empeño en pasarlo bien.


The gato.

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