domingo, 6 de enero de 2008

Parte19


¡Eusebiooooo!

¡Eusebiooooooo!!!!

Pero Eusebio no daba señales de vida.

Dos semanas internada después de que aquél automóvil la atropellara y la dejara tendida frente a la estación de Chamartín, todo había sido un vértigo lleno de sombras y olvido. Dos semanas tendida en la cama del hospital, mirando una blanca pared y caras que la trataba dulcemente pero que no reconocía. Dos semanas de vacío.

Hasta la recuperación, fugaz al principio, pero sólida después, de su historia, su vida, y... su gato. Aquél minino compañero de sus momentos de soledad -los que se producían entre álvaros y juanes-. Pensaba en aquella noche, cuando no volvió, e imaginaba a su peludo amigo intentando entrar, como siempre, con aquellos golpecitos de su pata en la puerta de la terraza que le anunciaban su regreso nocturno. Estaba desolada de pensar que le hubiera pasado algo, ya que, a estas alturas, Eusebio era su reducida familia. Llego al departamento. La casa estaba fría y oscura, y algunas cartas se habían amontonado luego de que fueran arrojadas por debajo de la puerta. Las levantó, algunas cuentas para pagar (siempre es igual, en cualquier parte del planeta). Sin embargo, le llamó la atención un sobre que no llevaba remitente. Lo abrió con mucha curiosidad. El interior contenía un pequeño papel, con un escueto mensaje: TENEMOS A TU MASCOTA. SI LA QUIERES DE REGRESO DEBERÁS COLOCAR UN PAÑUELO AZUL EN LA VENTANA.

Mónica

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